Futboleras y no futboleras vivimos el paso de Argentina por el Mundial de Sudáfrica de alguna manera.
Quizás el comentario que hoy ronda en el aire es: ‘¿Cómo puede ser que Argentina haya quedado afuera con la hinchada que tiene y la pasión que pone, y Alemania sigue adelante y ni siquiera festejó con euforia?’
Yo creo que esto es un poco lo que nos pasa en nuestras relaciones amorosas: ‘¿Cómo puede ser que este tipo que me voló la cabeza con su pasión, al final resultó ser un flaco inconsistente?’
Están los tipos que son pasionales, eufóricos, verborrágicos y extrovertidos que nos pueden hacer pasar noches increíbles. Pero en lo que se refiere a ‘calidad’, están bastante vacíos.
Ellos son los protagonistas de esas relaciones fugaces que nos deslumbran por unos días o semanas y de repente pluff!, no queda nada de toda esa cosa efímera.
De ‘príncipes azules’ pasan a ‘locos para terapia’ porque aparentemente lo único que tienen es un desorden de personalidad que los lleva a vendernos el país de las maravillas un día, y estar llenos de dudas depresivas al día siguiente.
Por otro lado están los que al principio parecen ser uno más, callados, tranquilos, corrientes, y después se revelan y ves la luz.
Son esos tipos que te mueven el piso a la larga, pero la relación perdura.
Son los que quizás al principio no muestran mucha euforia, pero tienen cada movimiento planeado, los objetivos claros y mucha, pero mucha, calidad de juego.
¡Qué durar sea mejor que arder!
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